lunes, 31 de enero de 2011

Héroe

He venido, ¡estoy aquí! Vengo a sorprenderte. A que salgas de tu recital de poesía y esté yo en la puerta.
Miro el reloj. Aún queda más de media hora, como siempre, las ansias me hacen esperar. ¿Qué puedo hacer mientras tanto?
Camino sola por unas calles extrañas, cuando se cruza un pequeño canino, malherido, parece. Se cuela entre unas vallas y huye, llorando, desde la otra esquina. Me limito a mirar al perro y después a la esquina. Será buena idea ver que le ocurre.
Salto la vaya, con mueca de dolor al sentir las ramas secas pincharme tras la ropa. Es una finca, donde antes pudo haber algunos animales de granja, pero hoy en día está abandonado. Busco y busco con la mirada unas patitas peludas. Míralo, ahí está. Arrinconado en una esquina, temblando, quizás de miedo, quizás de frío. Me acerco con cuidado hacia el canino, él solo tiembla y mira al suelo. Cuando por fin consigo acercarme, se escapa entre mis piernas.
¡Mierda! …
Miro el reloj. ¡Dios! Debo marchar ya, tan solo quedan diez minutos.
Corro a toda prisa, casi sin ver, pues ando alejada de la carpa donde se da el recital. Diréis, ¡oh dios! ¿Cómo es que no está dentro? Creedme que he intentado pasar ya, pero no, no me han dejado. Malditos seguratas, ¡siempre igual!
Miro el suelo, soñando contigo, desierta, esperando a que salgas. ¡Te he visto! ¡Te he visto!
Sonrío de la forma más amplia jamás vista, y salgo corriendo detrás de ti, saltando en tu espalda para devorarte en un abrazo. Es genial sentirse así.
Te sobresaltas, sonríes, me miras. No, no te lo puedes creer, lo sé, lo noto en tus ojos. Me encanta. Me encantas.
Caminamos por el mismo lugar que hace veinte minutos pasé corriendo como una descosida. De repente, te paras, la gente empieza a llegar sobresaltada buscando tu ayuda, como si fueras una especie de héroe o algo así. Algo se quema…
“Vamos, una finca abandonada está ardiendo” Oh, espera, ahora me acuerdo, Cruz Roja, ¿no?
No, no sé que tiene que ver, pero el caso es que voy cual niña pequeña aferrada a tu mano mientras tiras cuesta abajo. ¿Sabes donde estamos? Estamos, donde encontré a ese pequeño canino. Ahora mi preocupación cede de forma abismal. Si, es un bicho que no conozco más que de intentar salvarlo, pero no quiero que muera.  Me dejas y te metes en todo el jaleo, ayudando a la gente alterada, yo solo estoy pendiende de todo tipo de bicho que sale de allí, y que entre todos, esté quien quiero que esté.
Pasa media hora, por fin el fuego desiste, y todo huele a hierbas quemadas, además de algún plástico que debía de haber dentro de la casa. Los policías investigan el porqué del incendio, y yo al otro lado de la calle, espero a que llegues. Sonries desde lejos. Estás sudado y tienes machas de ceniza en la frente, pero de igual forma, te beso al encontrarme con tu abrazo.
Voy tras de ti, mientras caminamos por los escombros, junto a la policía. Curioso, ¿eh? Policía y tú. No, no pegáis. Tras una hora de ojeada por el lugar, y de ir yo buscando el cadáver de un perro, no encontrado, cosa que me tranquiliza más, salimos del lugar. Yo estoy anonadada de todo lo que ha ocurrido tan solo en un instante. Ahora, es tiempo de hablar los dos.
- ¡Qué sorpresa me has dado!
-  A eso venia, se supone, aunque la sorpresa me la llevé yo.
Sonríes y te enciendes un cigarro.
- Cuando me acabe este cigarro, vamos a dejarnos de tonterías.
Una vez más, esa frase, que me hace sacar una sonrisa tímida…
Hablamos por el camino, de mi viaje allí, de cómo hice las cosas para llegar. Parece un sueño. Ah, espera, desgraciadamente, lo es.
Llegamos hasta una casita, una cabaña de madera. Tiene pinta de ser fría, y tan solo pensarlo, comienzo a tiritar. Apenas recuerdo bien los detalles, todo lo veo de color rojo y madera, crea un ambiente intimo, y me encanta. Tu me miras y te ries mientras haces un esfuerzo por abrir la puerta. Entramos dentro. Increíble, empieza el desafío de las miradas, las caricias, las cortas palabras convertidas en susurros. Yo, agarro tu cara entre mis pequeñas manos, con los ojos cerrados, uno tus labios a los mios, y comienzo a besarte de forma tan lenta, tan sentida…
Siempre te siento así en mis sueños, debe de significar algo.
Hoy para mi has tenido un papel de héroe, y todo héroe tiene su momento de gloria. Quiero que me hagas tuya y yo sentirte mio. El frio cesa según las acciones comienzan a ser más bestias, bestias, pero sentidas. Te quiero, dios, lo siento tan dentro del pecho. Cada pálpito es un milimentro que la flecha avanza entre mis músculos, hasta llegar a su destino. Un soplido proveniente de un susurro llega por mi mejilla hasta mi oído. Es tu voz.
- No, cariño, hoy no vamos a follar, hoy haremos una persona, de dos.

He despertado con una sonrisa de oreja a oreja, he recordado el sueño hora tras hora... 
Hoy, ese ha sido mi motivo para seguir despierta en un constante sueño, tú, has sido mi motivo para seguir despierta en un constante sueño.

domingo, 30 de enero de 2011

Maldito pollo seco...


Hoy he visto mi vida pasar en un segundo antes de empezar a ahogarme con el pollo...
Y de repente, me empiezo a ahogar, y dice mi madre " y esta de que se rie?..." y yo tosiendo como una descosida, mientras el novio de mi madre me mira como si no pasara nada y dice con toda la pachorra del mundo " no se rie, se está ahogando con el pollo" y de una empiezan a discutir tontamente sobre si me reia o sobre si me ahogaba, mientras yo sentia el pollo seco agarrarse a las paredes de mi garganta y cuando por fin dejo de toser, lo siento en la nariz ._. Si señores, es muy desagradable, pero cuando han dejado de ver que me ahogaba y tosia, han seguido hablando de sus cosas, como si nada hubiera pasado... Me encanta la preocupacion que sienten por mi, creo que podria decir, incluso, que lo sienten más por el pollo, porque estaba seco.
Ay dios, aun tengo laminas del musculo de pollo seco en la garganta... Y pica.
Maldito pollo, querias mi muerte comica, pero no.

sábado, 15 de enero de 2011

Dormir, para soñar

Hoy, es uno, otro de esos días de los que me levanto con las orejas gachas, sin ganas de nada, más que de dormir, por ver si sueño con él, e imaginar su tacto, su voz, una vez más.
Sin embargo, levantarme y distraer mi mente un rato en otras cosas, ha sido lo mejor que he podido hacer. Levantarme para aburrir a los demás, contándoles cosas sobre ti, repetirles veinte veces lo que me dices, hasta que griten “Joder, cállate ya”. Echarle cojones al momento, porque pienso en ti. Aun así, he aprovechado, y he dormido un rato más. Tan sólo cinco minutos más le pedía a mi despertador, para continuar ese sueño, tan real. Mi cabeza ha imaginado la propia imagen de mi misma, durmiendo sobre mi cama, lo que cambiaba esto, era oírte entrar en mi cuarto, haciendo ruido con tus botas en el suelo, como no. Te acercabas a mi cama, eufórico, gritando, tras darme un beso “Cariño, ¡te voy  a contar lo que he hecho hoy!” Yo me he dado la vuelta, te he mirado mientras sonreía y me has contado tu día, de esa forma tan dicharachera que tienes, que me encanta escuchar, por la cual, permanezco siempre tan callada, al terminar, me has dicho “Ya está, bésame” No sé cómo se me ha podido ocurrir darte un tonto beso en la frente, si sabía que me pedirías un beso en la boca, el cual, te he dado. Un beso largo, de esos lentos y largos que se dan cuando sientes a alguien en el más profundo rincón de tu alma. Uno de esos besos… Así nos hemos quedado. Me he sentido tan cuidada… protegida, querida. Una sensación tan confortable ¿Adivina qué? Sí, maldita alarma… siempre jodiendo los sueños para traerte a la amarga y jodida realidad. Levántate sin ganas. Lo peor que te puede pasar.
Hoy día, sé que sin hablar contigo, no puedo irme tranquila a dormir… Qué aunque tan solo me digas “ Hola. Mi día? Genial, espero que el tuyo también. Me tengo que ir a dormir. Adiós, te quiero”
Tan sólo eso, me hará dormir tranquila. Pero hoy no. Hoy necesitaba oírte… saber que si hablo, estás al otro lado, me da igual si atento o distraído, si despierto o dormido, si estás, sólo si estás, me da igual. Necesitaba que deleitaras mis oídos con esa ronca voz que dice tantas tonterías.
Fíjate si hoy te necesitaba, que hablo sola, imaginando que estás. ¿Estoy loca? Nah, es costumbre ya.
Y esa canción, que tantas veces soñé con que alguien me la dedicara… ¡Tachan! Vienes tú, y me la dedicas. Toma ya.

Hoy he estado tanto tiempo sola, que me ha dado tiempo a pensar muchas gilipolleces, cosas como, que ahora, que tengo el poder en mis manos, desaparecer, y largarme contigo. He dicho tantas tonterías, que tengo la sensación de que me va a reventar la mollera en un momento u otro.
¿Sabes una cosa? Hoy entré en una casa, pequeñita, un piso. Me lo imaginé con tapices en las paredes al más puro estilo árabe, étnico, no sé, miles de cachimbas por todas partes, cortinillas en las puertas, una tenue luz cálida, pufs por los suelos, gigantes. Ya sabes, nuestra futura casa.
No sé, quizás este un poco obsesionada, o tan solo es que hoy te necesito. No sé, no sé nada. Tan solo, que por el momento, te espero.
¿Cómo puedo echarte tanto de menos? Puedo llegar hasta ti, si cierro los ojos. Puedes llegar hasta mi, siempre que tu quieras. No hay nadie más por aqui, tan solo nosotros. Juega conmigo a romper todas las barreras, cuando nadie es capaz de convertir el miedo en aire.





miércoles, 12 de enero de 2011

Príncipe desteñido

Ella, que soñaba con cuentos de hadas, caballeros azules y princesas con pomposos vestidos.
Ella, que soñaba con magia, felicidad, color de rosa. Ella, que era feliz .
Ella, que sonreía por cualquier cosa, que no creía en los mundos  subterráneos, que no sabía de errores, ni de problemas. Que sabía ser feliz, que con cualquier cosa, ni siquiera algo material, se inventaba un mundo, en el que vivía, constantemente.
Ella, que creía ser la princesa que esperaría eternamente a su primer amor, para que la convirtiera en mujer, sin pensar en desamores…
Ella, que soñaba con cumplir esa edad, que la llevara a ser tal y como quería ser. Superar sus complejos infantiles, y ser una mujer, como siempre soñó.

Hoy, ella, vive atrapada en problemas, de desamor, familiares y demás cosas que la hacen pensar. Hoy ella dejó de creer en las hadas, en princesas y en príncipes que visten de azul.
Ella, hoy dejó de creer en la magia, en la felicidad, y su mundo es del color que la gente lo pinta.
Hoy, ella se atrapa en mentes hablantes, en bocas parlantes, que quiere besar. Se obsesiona con la gente, y vive la rutina constante que la mata poco a poco. Sintiendo esa presión que oprime su garganta, como si esta la ahogara. Siente la ansiedad en su pecho, y su única tranquilidad, aparece cuando escucha la voz de él. Su príncipe desteñido, que no lleva caballo ni espadas. Que lucha con poemas, y se enfrenta a su enemigo, el día a día, con un cigarro en la boca, y una ruda tos que hace su voz más ronca.  Ahora ella, es todo en lo que sueña, y cree. En su príncipe desteñido.

domingo, 9 de enero de 2011

Metal, tabaco y jabón


Un tal 5 de enero…
Víspera de reyes, principios de año, un día que parece ser invisible para mí.
Un tal metro que me lleva, una tal hora, un tal año, un tal mes, un tal dia, una tal persona que espera.
Un día esperado, que parece no formar parte ya de la semana, pues parece un sueño. Sé lo que he hecho, pero aun no me creo con quién.
Gracias a los nervios no cené la noche anterior, ni comí al día siguiente, así que me fui con el estómago prácticamente vacío, enfrentándome a masas de gente que corren hacia todas partes, sin importarles los demás, y yo, algo perdida, sigo mi rumbo, camino a Atocha.
Llego allí, las cinco y cuarto de la tarde, tiene que estar apunto, decido llamarle, y así guiarme hasta los tornos, tal como quedamos.
- ¿Dónde estás?
- Acabo de entrar al tren, me queda una hora.
- ¡¿Qué?!
- Te dije que llegaría a las cinco y media, o seis…
Oh, genial. Parece ser que esta vez me equivoque yo, Salí una hora antes de mi casa, asique me tocaba esperar. Me apoye en una columna, observando a la gente pasar, discutir, hablar, algunos me miraban raro, pero bah, ¿qué más da? Solo buscaba con la mirada alguna cresta andante.
Comienzo a sentir la presión de los nervios, primero en mi estómago, después en mis pulmones, según pasaba el tiempo, lo sentía más próximo a mi pecho, ahogando los pálpitos de mi pecho, ahogándome, hasta que volvía a respirar hondo, calmándome. 5:32. Le llamo.
-¡Ya estoy aquí! ¿Dónde estás?
De repente el latir de mi corazón ya no es un tic tac, dejando de sentirlo a causa de la velocidad de estos, como si en cualquier momento fuera a explorar. Me doy la media vuelta, y ahí está. Esa persona que conozco a través de un teléfono, una cam, y una pantalla… Desde hace casi dos años, en realidad es como si fuera una de tantas veces que le he visto, pero sé que no.
Increíble, no podía ser de verdad. Se acerca a mí, abre sus brazos, y le abrazo con fuerza, sonriendo, y algo cortada. Caminamos sin saber que decir, estoy nerviosa y sonrío de euforia.
Ya está. Esta aquí. Conmigo. Por fin.
Su voz es tan cambiada… más dulce, quizás.
Ya no me importa lo que pueda pasar, ojala me perdiera por Madrid con él.

Conseguimos algo de alcohol, por pasar el rato, más bien, y nos vamos al Retiro. Oh, bendito Retiro.
Un banco mojado, las mezclas hechas, música, y algo de conversación. Me besaba cada cierto corto tiempo en la mejilla, aunque creo, o sé, que buscaba algo más que un simple beso en la mejilla. Se sienta, y entonces me levanto yo. Le miro, me mira, sonrío, sonríe, pregunto qué ocurre, él niega y me mira. De repente, sin apenas darme cuenta, me besa, bueno, me da un pico en los labios.
-No te lo esperabas, ¿eh?
Pues no, para nada me lo esperaba.
Se vuelve a acercar, esta vez, de nuevo en mi boca, o eso creo. Ladeo la cabeza para besarle bien en los labios, y antes de dárselo, aparta la boca. Me quedo quieta, algo cortada.
-Te iba a dar un beso en la mejilla
Ya claro, serás…
Odio que me hagan esas cosas, y por ese mismo motivo, le beso, por cojones.
Le tomo por la nuca, acercándole a mi, sintiendo mis pies de puntillas, cerrando los ojos, comenzando a besarle, dejándome la libertad de volar libremente entre su boca.
Corto vuelo, corto beso, pero… me gustó.
Nos sentamos, me habla, me lee algunas de sus poesías. No puedo concentrarme a penas en sus letras, pues s escuchar esa voz que otras tantas veces me ha leído poesías a miles de kilómetros de distancia, sabiendo que ahora, la tengo a menos un milímetro, me hace sentir tan bien…
Tras escucharle, me siento más sensible, he recordado mis mil y una lucha en estos últimos meses, y me siento débil.
-Cuando me fume este cigarro, vamos a hacer olvidar todo...
Me dices, con esa voz ronca que a pesar de serlo, me sigue dando ese morbo que siempre me dio.
Sí, soy una obsesa amante de las voces, como la tuya.
Besos, caricias, saliva, mordiscos tiernos en los labios, manos que se pierden entre la ropa, miradas de gente, roces en el cuello, recuerdo las ganas, el ansia.
-¿Vamos con los patos? – Me dices riendo, y mientras asiento, siguiendo tu risa, avergonzada, pues será en público.
Saltamos la valla del pequeño lago, dejando nuestros bártulos detrás de un árbol, ahí mismo, me tumbas en el suelo. 

Empieza a importarme poco lo que me ensucie, total, me vas a ensuciar tú, eso ya es un honor.
De nuevo besos, caricias y demás preliminares. Esta vez las cosas van a fondo.
Que sí, dios mío, que estoy cachonda perdida. Que ya no sé qué hago ni que dejo de hacer.
El juego comienza. Me dejo llevar, me dejo sentir. Tus manos en mi cuello, tu boca a milímetros de la mía, respirando el mismo aire. Tiras de mi collar, y en ese mismo momento, mis gemidos aumentan involuntariamente, mis latidos de nuevo se aceleran, dejo de sentir, tan solo pido más, quiero más. Me importa tan poco la gente, que lo haría cien veces más escandaloso si pudiera. Mi piel comienza a arder contra el roce del suelo, pero no siento nada más que el calor general de mi piel. Mis sentidos me indican que estoy flotando, flotando con mi “amor platónico” y es genial, a pesar de considerarse torpe. Ni frio ni calor, ni risa ni llanto, tan solo gemidos que se atropellan en mi garganta, ahogos, espasmos, cada vez más, ¡más! No hay nadie. Tan solo nuestros cuerpos, la oscura y húmeda tarde, unos cuantos graznidos de patos y alguien espiándonos tras un árbol. Más morbo añadido.
Mientras me pierdo en mi más profundo placer, tiro de tu ropa, dejándome hacer, dejándome dar placer. Acabas, cayendo sobre mí, muerto, respirando con fuerza sobre mi espalda. Justo en ese momento, los fuegos artificiales salen a la luz, cómico, ¿verdad? Parece hecho adrede.
Nos levantamos, nos vestimos, y nos quedamos medio tirados, uno sobre otro, tan relajados, que podríamos haber dormido tal cual. Me encanta. Me encanta tu olor. Sí, hoy en el Retiro huele a sexo y jabón.
Un cigarro, dos caladas, comentarios sobre el tema, y arriba. Camino hacia Atocha.
Te has vuelto loco, ahora sí eres tú en tu plena esencia. Provocas a la gente que se aleje, y luego te quejas, porque ellos se alejan al pasar a tu lado, tiras de mí, me guías con tus pasos, me haces sonreír. Tus dedos están enredados en los míos, y eso me hace sentir niña. Me haces sentir como una cría, haciéndose la mayor con alguien. Soy una cría, haciéndose la mayor con alguien, contigo. Tras una pequeña vuelta, un pequeño incidente con esos míticos carteristas de Madrid, matamos el tiempo, por no dejar que te vayas.
Llega la hora de la partida, pero la que se va, soy yo, ¡maldita sea!
Me quedo frente a ti, después de lo que ha pasado, difícilmente olvidare este día.
Te observo, mientras te desenganchas las cadenas del pantalón, cadenas de las cuales anteriormente tiré de ellas como si fueran mi único sitio al que pudiera permanecer amarrada.
-En realidad no tenía planeado darte nada, pero… toma – Me tiendes estas sobre la palma de mi mano, mientras me miras.
-Y tus ocasiones especiales de contrabandista, ¿qué? – Sonrío, mirándolas en mis manos, nerviosa y apenada.
Un último beso, y un amistoso abrazo, curioso mejunje, me gusta.
Prefiero ir a paso ligero, no me gustan las despedidas. Te lo dije, a veces soy un poco fría.
De vuelta a casa, en metro, consigo un asiento, me siento observada, pero bah, tengo algo más valioso que la propia intimidad, tus cadenas… huelen a jabón y metal.
Sí, sí, me ha encantado, tú hueles a tabaco y jabón. Creo que es algo que conservare en mi mente de por vida…
¿Pruebas fisicas? Un mordisco en el cuello, una herida en la espalda, y agujetas por todas partes, perfecto.
¡Joder! Malditos recuerdos, ¿cuánto tiempo rondareis en mi cabeza?
Que hoy los recuerdos me huelen a metal, sexo y jabón.
Que huelen a ti.

sábado, 8 de enero de 2011

Eutanasia cardiaca

Siente cómo el veneno penetra en tu piel...
Siente el afixia en tus ojos, la presion de la muerte en tu garganta, siente que te mueres, notas ese olor tan toxico, ese que no evitas oler, al que tienes miedo, del que te escondes. Siente como la muerte limita tu vida, sientelo, siente...
Como tu piel se eriza en un escalofrio de afixia, como tu piel suda la poca vida que le queda, como tu corazon se acelera, para morir en un momento, como tus entrañas arden, arden porque saben que ya no queda nada.
Mata tus sueños, tus ganas de vivir, mata tu ilusion, tu esperanza, tu corazón, muere, ya no habrá más dolor...
Eutanasia cardiaca.