miércoles, 15 de febrero de 2012

Admiro tu lucha.

Admiro tu ausencia.
Admiro la forma en que viviste.
Pero aún más la manera en que te fuiste.
Aún recuerdo cuando tus manos jugaban con mis cortos cabellos de niña pequeña, ahora añoro tu presencia en mi día a día.
Pero añoro aún más los olores que de tu vieja cocina salían y tu salero a la hora de hablar.
Aún recuerdo las ultimas veces que contigo estuve, y tus bromas alegraban los encuentros familiares.
Añoro tus consejos, casi más de madre que de abuela.
Añoro tener que ir detrás de ti  más como abuela que como nieta.
Añoro aquellas noches de verano en las que me enseñabas canciones y películas de tu época. Me diste una cultura que nadie me dió. Gracias por enseñarme.
Tu forma de contarme la historia de tu vida me enseñó a conocerte bien, eso jamás será igualable.
La alegría que derrochabas, es la que te llevaste, y ahora hace falta en esta vida nuestra, cada día más seria.
Añoro tus perfumes y colores.
Añoro tus costumbres.
Añoro tus cuidados, delicados y persistentes.
Añoro todo aquello que te llevaste como ráfaga de viento, pero tu presencia en nosotros ha dejado huella, más huella que una pisada en la arena.
Me consuela saber que ahora puedes cuidar de ti y de nosotros más que nunca, que has pasado a mejor vida.
Siento no haber podido despedirme en condiciones, pues quería decirte, que admiro tus ganas de luchar por vivir y la fuerza con la que te fuiste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario