Dos
miradas se cruzan, dos bocas se sonríen, dos caras se sonrojan, se observan,
dos personas conectan químicamente frente a la respuesta de los gestos. Un roce
leve sobre los dedos; se juntan un poco más, las manos juegan en un vaivén de
caricias, los dedos comienzan su turno en el juego; caricias en los brazos,
miradas que se buscan, mordida de labios, observa los suyos. Un pequeño roce en
la cintura; se acerca el beso. Una mordida más en los labios y él la besará…
Sucede. Un tierno roce con la piel de sus labios y las puntas de sus narices.
Se entreabren las bocas para palpar el tacto y el dulce sabor de su saliva. Las
manos se apoderan lentamente con suaves caricias del cuerpo del otro, los besos
se intensifican y se calma el ambiente. Comienzan a evadirse las mentes hacia
una conexión con la otra persona; ambos siguen devorándose a un ritmo equitativo.
Las caricias más intensas, los besos más fieros. El más valiente dará un paso
hacia adelante, comenzando a apoderarse del cuerpo del compañero. Ahora, sois
compañeros de juego, y ninguno va por libre. Los besos se calman, se derraman
por el mentón, el cuello, la clavícula; las manos comienzan a acariciar el
tronco del otro, a desnudarlo con la mente, leves roces hacen la situación más
fluida, el deseo aumenta, el calor asfixia, los besos muerden, las manos
estimulan, los jadeos aparecen. La fiesta comienza. Sonrisas, mordiscos, uñas
que se clavan como agujas en tu espalda. Comienza la acción. Un alarido cambia
el sonido de la noche. Quiere enloquecer; queréis enloquecer. Muérdeme. Besa mi
espalda, muerde mi nuca, jadea sobre mi boca. Quieres sentirte así hasta las
entrañas de tu alma. Pero estalla…. Y abres los ojos; tan solo fue un sueño. No
sabes si reír o llorar, pero tu entrepierna está mojada.
Est si
l'esprit.