He venido, ¡estoy aquí! Vengo a sorprenderte. A que salgas de tu recital de poesía y esté yo en la puerta.
Miro el reloj. Aún queda más de media hora, como siempre, las ansias me hacen esperar. ¿Qué puedo hacer mientras tanto?
Camino sola por unas calles extrañas, cuando se cruza un pequeño canino, malherido, parece. Se cuela entre unas vallas y huye, llorando, desde la otra esquina. Me limito a mirar al perro y después a la esquina. Será buena idea ver que le ocurre.
Salto la vaya, con mueca de dolor al sentir las ramas secas pincharme tras la ropa. Es una finca, donde antes pudo haber algunos animales de granja, pero hoy en día está abandonado. Busco y busco con la mirada unas patitas peludas. Míralo, ahí está. Arrinconado en una esquina, temblando, quizás de miedo, quizás de frío. Me acerco con cuidado hacia el canino, él solo tiembla y mira al suelo. Cuando por fin consigo acercarme, se escapa entre mis piernas.
¡Mierda! …
Miro el reloj. ¡Dios! Debo marchar ya, tan solo quedan diez minutos.
Corro a toda prisa, casi sin ver, pues ando alejada de la carpa donde se da el recital. Diréis, ¡oh dios! ¿Cómo es que no está dentro? Creedme que he intentado pasar ya, pero no, no me han dejado. Malditos seguratas, ¡siempre igual!
Miro el suelo, soñando contigo, desierta, esperando a que salgas. ¡Te he visto! ¡Te he visto!
Sonrío de la forma más amplia jamás vista, y salgo corriendo detrás de ti, saltando en tu espalda para devorarte en un abrazo. Es genial sentirse así.
Te sobresaltas, sonríes, me miras. No, no te lo puedes creer, lo sé, lo noto en tus ojos. Me encanta. Me encantas.
Caminamos por el mismo lugar que hace veinte minutos pasé corriendo como una descosida. De repente, te paras, la gente empieza a llegar sobresaltada buscando tu ayuda, como si fueras una especie de héroe o algo así. Algo se quema…
“Vamos, una finca abandonada está ardiendo” Oh, espera, ahora me acuerdo, Cruz Roja, ¿no?
No, no sé que tiene que ver, pero el caso es que voy cual niña pequeña aferrada a tu mano mientras tiras cuesta abajo. ¿Sabes donde estamos? Estamos, donde encontré a ese pequeño canino. Ahora mi preocupación cede de forma abismal. Si, es un bicho que no conozco más que de intentar salvarlo, pero no quiero que muera. Me dejas y te metes en todo el jaleo, ayudando a la gente alterada, yo solo estoy pendiende de todo tipo de bicho que sale de allí, y que entre todos, esté quien quiero que esté.
Pasa media hora, por fin el fuego desiste, y todo huele a hierbas quemadas, además de algún plástico que debía de haber dentro de la casa. Los policías investigan el porqué del incendio, y yo al otro lado de la calle, espero a que llegues. Sonries desde lejos. Estás sudado y tienes machas de ceniza en la frente, pero de igual forma, te beso al encontrarme con tu abrazo.
Voy tras de ti, mientras caminamos por los escombros, junto a la policía. Curioso, ¿eh? Policía y tú. No, no pegáis. Tras una hora de ojeada por el lugar, y de ir yo buscando el cadáver de un perro, no encontrado, cosa que me tranquiliza más, salimos del lugar. Yo estoy anonadada de todo lo que ha ocurrido tan solo en un instante. Ahora, es tiempo de hablar los dos.
- ¡Qué sorpresa me has dado!
- A eso venia, se supone, aunque la sorpresa me la llevé yo.
Sonríes y te enciendes un cigarro.
- Cuando me acabe este cigarro, vamos a dejarnos de tonterías.
Una vez más, esa frase, que me hace sacar una sonrisa tímida…
Hablamos por el camino, de mi viaje allí, de cómo hice las cosas para llegar. Parece un sueño. Ah, espera, desgraciadamente, lo es.
Llegamos hasta una casita, una cabaña de madera. Tiene pinta de ser fría, y tan solo pensarlo, comienzo a tiritar. Apenas recuerdo bien los detalles, todo lo veo de color rojo y madera, crea un ambiente intimo, y me encanta. Tu me miras y te ries mientras haces un esfuerzo por abrir la puerta. Entramos dentro. Increíble, empieza el desafío de las miradas, las caricias, las cortas palabras convertidas en susurros. Yo, agarro tu cara entre mis pequeñas manos, con los ojos cerrados, uno tus labios a los mios, y comienzo a besarte de forma tan lenta, tan sentida…
Siempre te siento así en mis sueños, debe de significar algo.
Hoy para mi has tenido un papel de héroe, y todo héroe tiene su momento de gloria. Quiero que me hagas tuya y yo sentirte mio. El frio cesa según las acciones comienzan a ser más bestias, bestias, pero sentidas. Te quiero, dios, lo siento tan dentro del pecho. Cada pálpito es un milimentro que la flecha avanza entre mis músculos, hasta llegar a su destino. Un soplido proveniente de un susurro llega por mi mejilla hasta mi oído. Es tu voz.
- No, cariño, hoy no vamos a follar, hoy haremos una persona, de dos.
He despertado con una sonrisa de oreja a oreja, he recordado el sueño hora tras hora...
Hoy, ese ha sido mi motivo para seguir despierta en un constante sueño, tú, has sido mi motivo para seguir despierta en un constante sueño.